Al igual que chuparse el dedo para comprobar la dirección del viento no es un KPI cualitativo apropiado en la gestión de una empresa, valorar a la persona por la sensación que te transmite en los quince minutos que dura una entrevista, no es profesional. Hay que ir más allá.
Contratar o recomendar a alguien de tu entorno que sabes perfectamente no cumple los requisitos para el puesto, pero que lo necesita, es muy trabajador y de tu confianza, no es propio de un buen profesional.
Delegar la incorporación de talento a personas sin preparación -Y en muchos casos sin humanidad- es conducir a tu empresa hacia el precipicio de la mala gestión.
Seamos serios o dejemos paso a los profesionales.